Gloria Martí: 20 Años Salvando Nuestros Satos

Gloria Martí: 20 Años Salvando Nuestros Satos

Apr 19, 2017 | Features, Trabajo, Women We Heart

Con 26 años de trabajo intenso a favor de los animales, 20 de ellos al mando de la organización Save a Sato, Gloria Martí es una de las principales figuras en el movimiento para lograr una mejor calidad de vida para las mascotas sin hogar. Lo que comenzó como una situación vergonzosa se convirtió en una labor incondicional a favor de los perros realengos en Puerto Rico, labor que al día de hoy continúa realizando día a día, sin más ayuda que sus propias fuerzas, los voluntarios que le ayudan, y su compromiso total para con todos los satos puertorriqueños, a quienes trata como si fueran sus propios hijos. Visitamos a Gloria en el hogar que alberga Save a Sato en Carolina, y entre ladridos y aullidos tuvimos una conversación de esas que dejan a uno con ganas de más.

¿Cuándo y cómo comienzas en la labor de salvar mascotas?

GM: Hacen ya 26 años, por un sentimiento de vergüenza. Déjame explicarte: Yo desconocía todo lo relacionado con los perros realengos. Habían un montón en la calle, pero yo no los veía. Donde yo vivía había un señor que maltrataba los gatos. Los amarraba por la cola y los tiraba. Hablo con mi vecina y a través de ella llego a la Asociación Pro Rescate de Animales, quienes me envían a un veterinario y ellos lo pagaron todo. La Asociación me invita a una reunión, y por agradecimiento fui. Cuando llegué a la reunión, sentí la verguenza de la que te hablo. Y es que allí habían como 30 personas (alemanes, estadounidenses, costarricenses, españoles, ecuatorianos…) ¡pero no había ni un solo puertorriqueño! ¿Cómo era eso posible, que en mi tierra no hubiera nadie que se dedicara a resolver el problema de perros en la calle? Ahí empieza mi compromiso.

¿Qué se requiere para hacer el trabajo que haces con las mascotas?

GM: No se puede ser fanático. Al igual que en la política, porque te ciega a la realidad. Los ‘fanáticos’ de los perros a veces pareciera que prefieren verlos vivir con dolor a eutanisarlos, que a veces es bien necesario y la manera más humana. Hay perritos que no van a mejorar, y la única manera de ayudarles, de salvarles del dolor, es con una muerte sin dolor. Duele para uno como persona, pero es lo mejor para el animal. Los fanáticos a veces lo que hacen es hacer sufrir al animal.

¿Cuándo comenzaste Save a Sato?

GM: Hacen 20 años. Empecé con una estadounidense, Karen, quien fue el contacto y fue quien funda Save a Sato. Antes que eso, trabajé en el albergue de San Juan, donde vi cientos de animales morir.

¿Cual es la experiencia que más recuerdas?

El caso más grande fue Rubio, quien fue quemado por su dueño con agua caliente. Este hombre, para desquitarse de su esposa, amarró a Rubio a un árbol y le tiraba agua hirviendo todos los días. De no ser por la sombra del árbol y los mangos que caían, el perro no hubiera sobrevivido. Una vecina se da cuenta de lo que sucede y me llama. Al final la Policía intervino y me traje el perro para Save a Sato (si la Policía no hubiera intervenido yo me habría robado el perro, ya había hecho los planes). Rubio me tomó ocho meses echarlo hacia adelante, y ahora mismo está con su familia, en Boston, durmiendo en su propio cuarto. Estas historias son las que me hacen seguir con esta labor.

¿Cuánto tiempo le dedicas a esto?

GM: 24/7. Todos los días. Y luego que brego con los perros, por la noche hago una ruta para alimentar unos gatitos, hasta que llego a casa para estar con mis perritos. Me gusta lo que hago. Nadie me obliga. Me canso, pero no me quejo.

¿Qué cambio has visto en Puerto Rico relacionado al trato hacia los animales?

GM: El cambio tiene más que ver con que la gente ahora habla acerca de eso y se ha creado un poco de conciencia, pero todavía estamos en pañales. En Estados Unidos sacamos ‘F’ en trato de animales. ¿Qué dice eso de nosotros?

¿Qué planes tienes de aquí en adelante?

GM: Continuar y mejorar el trabajo que realizo en Save a Sato. Ahora las jaulas son mejores y los perros están mucho mejor. Pero lo que me gustaría que sucediera es que los perros se adopten aquí en Puerto Rico y que se acabe la sobrepoblación de perros realengos. Eso, sin embargo, solo será posible con la colaboración entre el gobierno y las organizaciones pro animales. Para eso es que trabajo.

Por: Mercedes Luna

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