Conoce al dúo que está revolucionando la construcción de hogares en Puerto Rico
Conoce al dúo que está revolucionando la construcción de hogares en Puerto Rico
¿Qué pasa cuando el diseño, lo eco-friendly y la durabilidad se unen? Fácil: HiveCube. Tras el paso del huracán María, unas 300,000 casas sufrieron daños significativos y alrededor 70,000 de ellas fueron completamente destruidas. Afortunadamente, dos chicas decidieron que para evitar que esto vuelva a suceder hay que ir a la raíz del problema. De ahí nace HiveCube, un proyecto que busca construir viviendas sostenibles enfocadas en asequibilidad y seguridad. Nos sentamos con el duo que trajo esta idea la realidad para conocer las altas, las bajas y la esencia del proyecto que revolucionará la forma en que los puertorriqueños construyen sus casas.
Una psicóloga y una arquitecta entran a una barra…
“Todo empezó con nosotras desahogándonos en El Tap. Me acuerdo que el bartender nos miraba con cara de ‘eso suena bueno’. Estuvimos hablando como hasta la una de la mañana”, comenzó Carla Gautier, la arquitecta, CEO y cofundadora de HiveCube. HiveCube nace de las preocupaciones sobre la seguridad de las casas en Puerto Rico, pero crece por la amistad de dos mujeres que nunca pararon de creer en ellas mismas. “Ese día que todo nació yo estaba bien frustrada. Estaba acabando mi doctorado, pero por María la cosa cambió. Nos conocemos desde pequeñas, así que nosotras cuando nos vemos es como terapia. El día que quedo con Carla para darnos un palo fue el día que me enteré que no iba a terminar a tiempo”, cuenta María Velasco, la encargada de marketing/research y cofundadora de HiveCube. “Cuando nos encontramos, ella me empieza a contar la idea y me pareció brillante”, añade con mucha emoción María.
Carla estaba trabajando con FEMA después del huracán cuando notó un problema en la construcción de muchas casas en Puerto Rico. En vez de seguir la corriente, decidió idear una solución. Días antes de la reunión que lo empezó todo, Carla se entera de la existencia de Parallel18 y lo ve como el camino para conseguir el dinero que necesitaba para crear la casa modelo que tenía en mente. Después de trabajar día y noche, solicitó la ayuda. “Yo no sabía ni cómo iba a mercadearlo, yo solo estaba pensando en la estructura y cómo funcionaría. Entonces ahí fue que entró María”, cuenta Carla. Durante esa noche, las dos se dieron cuenta de cuán grande era este proyecto. María viene de un trasfondo de psicología, así que vio esto como una oportunidad para ayudar a su amiga y darle vida al proyecto.
“A mí me encanta hacer research. Ella me regaña porque en los pitches llevo casi una disertación. A ella no le gusta mucho, así que es un buen balance”, relaja María. Varios días después, Carla recibe una llamada informándole que estaban interesados en el proyecto, pero que tienen dudas con el área de mercadeo. “Yo estaba ese día con Carla y le digo ‘¡Pues vamos allá que yo sé de esto!’. Le bateamos todas las preguntas, les gustó y luego nos llamaron para cerrar todo”, cuenta María.
“….No es culpa de la gente. Es bien inaccesible una construcción formal, ya que necesitas pagar un arquitecto y un ingeniero, así que me di la tarea de buscar una solución que eliminara todos esos pasos para lograr hacer una casa más segura y mucho más accesible a la población.”
La necesidad de hacer un cambio fue su motor
“Cuando sabes alguito de construcción puedes entender por qué muchas de las casas se cayeron durante el huracán, pero no es culpa de la gente. Es bien inaccesible una construcción formal, ya que necesitas pagar un arquitecto y un ingeniero. Por eso me di la tarea de buscar una solución que eliminara todos esos pasos para ofrecer algo más accesible a la población”, añadió Carla.
Durante su investigación, María encontró que, según el Departamento de Vivienda, el 55% de las casas están construidas informalmente. Por otro lado, la media de ingreso es $20,000 y una casa construida formalmente, dos cuartos y un baño, ronda los $100,000. Concluyó que muchas personas no tienen los medios para construir formalmente un hogar. Por eso, una vez que tuvieron la oportunidad, se tiraron a la calle a vender el proyecto.
Mucho más que un proyecto de viviendas accesibles
El modelo básico de HiveCube cuesta alrededor de los $39,000. Incluye dos dormitorios, un baño y una sala-cocina. Todas las estructuras cumplen con los códigos de construcción de EE.UU., son accesibles de acuerdo al Americans with Disabilities Act (ADA) y pueden soportar hasta un huracán de categoría 5. “¡Ah! Es un contenedor, no un vagón. Hay una gran diferencia”, expresó Carla.
Los vagones están hechos de aluminio, un material que no es muy resistente y aguanta solamente hasta 70 mph de impacto. Por otro lado, los contenedores están diseñados para soportar climas extremos. Estos contenedores son de acero estructural a vuelta redonda y resisten hasta 175 mph o hasta más si están correctamente anclados al terreno. “Esa es otra, hay veces que me preguntan, ‘ay, pero si la quiero al frente de la playa, ¿qué pasa con el salitre?’. Don’t worry, está diseñada para eso y mucho más”, añade Carla.
Al día de hoy tienen la capacidad de construir de tres a cuatro casas en tres meses, o sea, un tiempo de construcción mucho más corto de lo que tomaría una casa de cemento. Es tan fácil que, una vez lista, la construcción en el terreno lo que dura es una semana, ya que es solamente poner la zapata y embellecerla. Además, la casa viene preparada para conectarse a la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y a la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA). También tienes la posibilidad de irte completamente off the grid. “También estamos hablando para instalar un sistema de acueducto con agua de lluvia. Funciona con una especie de huerto casero que es el que filtra el agua para bañarse o fregar”, aclara María.
A bang for your buck
Puede parecer que el precio es demasiado alto para algo de bajo costo, pero esto no podría estar más lejos de la verdad. Los Hives son insulados, resistentes y hasta están negociando para que también puedas conseguir financiamiento y un seguro. Dentro de todo, terminas como quiera pagando la mitad de lo que te saldría una casa regular.
“Estamos trabajando con compañías puertorriqueñas y productos de alta calidad. Las ventanas son de cristal para asegurar que entre luz y sean resistentes, no son las baratas. La casa la puedes poner donde sea, está toda aprobada, y sobre todo es ADA accessible. Una silla de rueda puede entrar por el baño sin problema. Se tomó en consideración todo lo necesario para tener de un hogar accesible para todo el mundo”, explica Carla. Además, el equipo solar que usan lo trabajan con una compañía que es la única en ofrecer 30 años de garantía.
Sostenibilidad y seguridad ante todo
Desde su concepción, el proyecto tiene como mantra ser sostenible, ecoamigable y seguro. Sobre todo, tienen siempre en mente el clima de Puerto Rico y los cambios atmosféricos que se están dando recientemente. “Lo importante es que en caso de una catástrofe como la que hubo el año pasado, la persona pueda ser independiente y el hogar esté completamente preparado”, aclara Carla.
El proyecto también toma en consideración la topografía, haciendo que el impacto al terreno sea mucho menor, ya que solo es el anclaje. Los HiveCubes también están certificados por el Environmental Protection Agency (EPA). Además, se verifican por plomo y asbesto, aunque típicamente no lo va a tener porque es un contenedor. El mantenimiento también es mínimo. “Nosotras entregamos un manual de mantenimiento; qué pinturas usar, cómo mantenerla, entre otras cosas. Si es off grid, también hay un manual de cómo mantenerlo y cómo funcionaría. Si está nublado tres días, el manual te explica cómo usar todo eficientemente para que te dure la energía esos tres días. Ahora mismo también estamos haciendo una investigación de los enseres más viables para gastar menos energía”, explica María. La buena noticia es que la casa viene lista para hacer el switch a solar en cualquier momento.
Y para colmo, It’s a Man’s World en la construcción…
“Mira a estas dos nenitas con el sueño de diseñar casas. Mira qué cute el proyectito”, eran algunos de los comentarios escuchaban. Las amigas cuentan como, en un principio, la trata era ridícula, pero decidieron usarlo a su ventaja. No las veían como competencia, así que por atrás seguían subiendo y dándole más vida al proyecto sin nadie que las molestara. Desgraciadamente, en la construcción fue diferente. “Me daba cuenta que a veces estaba en una ferretería con mi lista y mis planos, en la mía, y de repente me salían con ‘No, pero es que hay que llamar al arquitecto para que nos confirme’. Yo le explicaba que yo era la arquitecta y volvían con ‘No, no, es que hay que llamar al arquitecto’. No entendían, no les entraba en la cabeza. Muchas veces tenía que poner el bitch face y decirle ‘Señor, aquí la jefa soy yo. El arquitecto trabaja para mí. La que toma la decisión soy yo’. Tenía que actuar de una manera que no me gustaba para que por fin entendieran”, explica Carla.