Papaya Tropical: No Sé Si Quiero Ser Madre
Papaya Tropical: No Sé Si Quiero Ser Madre
Nacer mujer trae consigo muchas responsabilidades. Desde que apenas estás en una cuna, pequeña y ajena a lo que te espera en la vida, te imponen una lista de expectativas que tienes que cumplir. No has llegado a los cinco años y ya tu madre sueña verte con una tiara y un vestido de quinceañera. Te entrenan para conseguir un novio, pero no cualquiera, tiene que tener potencial para ser tu pareja. Con el tiempo, luego de tantas enseñanzas comienzas a reconocer las cualidades que debes encontrar en esta persona, y cada vez que una que no cuadra en esa lista, la descartas. Así como si fuera tan fácil, como si estuvieras comprando a través de un catálogo. De momento, un día encuentras a esa persona ideal. Tuviste miedo de no encontrarla, pues como sabes las manecillas del reloj nunca paran de dar vueltas, y con ello tu cuerpo sufre cambios. Pero llegó el gran día en el que por fin te casas. Esa ceremonia en la que tu padre te lleva de la mano, de camino al altar para entregarte a otra persona. Es como un intercambio, te ofrecen a cambio de que le brinden a su hija “amor, felicidad y fidelidad hasta que la muerte los separe”. Te paras frente al sacerdote, y prometes amor eterno a una persona que no lo es, pues al final del día nada es eterno. Felicidades, ya has completado casi la mayoría de las exigencias que te impone la sociedad. Pero te falta una. Es el resultado de casarse, algo así como causa y efecto. Otros se atreverían a decir que es lo “más normal” o natural después de llegar al matrimonio, mas no antes.
Complaciste a cada una de las personas que se antepuso en tu camino. Seguiste tanto las normas que ahora te dio curiosidad y quieres romper las reglas. Estás exhausta de vivir de acuerdo a lo que los demás te exijan. En busca de aire y un poquito de libertad, desafías el destino y dices “no sé si quiero ser madre”. Es una de esas frases que cuesta decir en voz alta. Y si eres suficientemente valiente para hacerlo, como quiera no evitarás las miradas de asombro, disgusto y hasta desilusión. Asombro porque nadie lo esperaba, hasta ahora te habías comportado como una persona “normal”, bajo los estándares sociales. Disgusto porque te condenan bajo la premisa de que hay quienes desean ser madre y no pueden serlo, mas tú que puedes tener hijos, has optado por no hacerlo y por ello eres una malagradecida. Desilusión entre los más cercanos a ti, tus padres y hermanos, esos que no les vas a dar la dicha de que los llamen abuelos y tíos.
Todos esos argumentos los escucharás repetirse en cada fiesta familiar a la que vayas. Al principio sonreirás tímidamente sin saber qué decir, pero cuando se convierta en una persecución contra ti, querrás poner un alto. ¿Cuál debería ser tu respuesta? No existe una sola respuesta. “Estoy pensando en mí.” “Me siento en la libertad de hacerlo”. “Me siento completa”… Ninguna de estas respuestas tiene el propósito de demostrar que escogiste ser egoísta. Simplemente, el formar una familia no está en tus prioridades. Quizás tienes metas a corto plazo, junto a tu pareja o sola, que son más importantes para ti. Tal vez, te hace feliz tener autonomía sobre tu cuerpo y tu pareja lo respeta y lo aplaude.
Es importante tener en cuenta que escoger no ser madre es una decisión que toma una mujer por ser sencillamente una mujer, no importa si es feminista o no. Esta decisión se toma entre dos cuando se tiene una pareja, por eso de ser justos. Se debaten los pros y contras, así como los sueños de cada cual antes de emitir una decisión final. Si se puede llegar a un consenso, el no ser padres debe ser respetado por terceros. Si es imposible llegar a un acuerdo, lo cual puede pasar y es bastante normal en una sociedad machista como la actual, lo aconsejable es que cada cual tome su camino. Ninguna persona tiene el derecho de cuestionar el por qué optaste por no tener un hijo.
Al final del día, lo más importante es recordar que no todas las mujeres nacen para ser madres, aunque tengan la capacidad para serlo. Para muestra, un botón. Solo hay que sentarse un día frente a la televisión y contar, hasta que no nos sobren los dedos, cuántas madres deciden serlo sin estar listas, los errores que cometen, las consecuencias de éstos y el sufrimiento al que se exponen sus crías por el resto de sus vidas. Después de todo, no significa que naciste con un defecto de fábrica si no quieres o no puedes tener hijos. No eres un objeto desechable, ni estás destinada al solo uso de ser madre. Eres mucho más, y la decisión que tomes no te define.
Mujer, qué valiente eres si decides ser madre, darle vida a un ser humano dentro de tu vientre y guiarlo a que se convierta en lo mejor que pueda ser. Igualmente, qué valiente eres si decides no hacerlo, pues asumiste control de tu cuerpo, y te sientes completa y feliz tal como estás. Pero más valiente es aquel, hombre o mujer, que no juzga, sino que aplaude y reconoce la valentía de ambas mujeres por igual.
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