Tocando Fondo: fama, lujos, viajes, alcohol y drogas
Tocando Fondo: fama, lujos, viajes, alcohol y drogas
(Trigger Warning:
El siguiente escrito habla sobre la adicción)
Siempre he sido una mujer que le gusta tener control de absolutamente todo en su vida. Delegar y confiar en los demás era algo que me costaba mucho aceptar. Todo lo quería hacer yo. Quería estar en todo, de todo enterada, en todo involucrada; partícipe de absolutamente todo lo que ocurría a mi alrededor.
Trabajar en la industria del entretenimiento me abrió las puertas a un mundo lleno de fama, lujos, viajes, fiestas, alcohol y drogas. Salía de fiesta con músicos y artistas de todo el mundo, tenía acceso a los mejores nightclubs y las mejores fiestas y tenía todo el alcohol y las drogas que quisiese gratis y a mi disposición.
En el momento pensaba que lo tenía todo. Trabajo, dinero, poder, jevos, amigos—todo, todo lo que soñé tener a mis 29 años. Tenía todas estas cosas y me sentía más vacía que nunca. Ese vacío se comenzó a expandir y se convirtió en una bola de nieve que acabó con mi salud mental y emocional. Comencé a sufrir ataques de pánico en el trabajo, a llorar sin razón y esporádicamente, a sufrir de insomnio y a pensar, realmente en la muerte como una posible salida de todo ese dolor que me consumía.
No tenía claro qué era lo que deseaba y como no tenía claridad en esto comencé a trabajar en lo que no me servía o me estaba afectando. Fue ahí, en mi limpieza de vida que comenzó mi trayectoria,
a lo Elizabeth Gilbert de “Eat, Pray, Love“.
Renunciar & Italia
Un día después de un ataque de pánico ante una semana pesada de trabajó, desperté decidida a renunciar. Sin plan, ni dinero ahorrado, lo hice. Dejé mis miedos atrás y seguí mi intuición. Mi trabajo no era completamente culpable de mi sufrimiento pero sí era de esas cosas claras que sabía que tenía que eliminar de mi vida. Fue una decisión difícil, porque jamas he sido de soltar el control de esa manera. Pero esta vez, eliminé lo que me hacía daño y confié en el universo y lo que tendría después para mi.
Por unos meses trabajé de freelance; vendí mi carro, ahorré y me fui a Italia dos meses a vivir mi capitulo de Eat. Pasta, vino, gelato, pasta, vino, gelato. Viviendo esa experiencia entendí perfecto la importancia de Gilbert haber vivido esto y sobre todo haberlo vivido antes de sus próximos capítulos de ‘Pray’ y ‘Love’. Estos meses disfruté a través de la comida. Descansé y viví sin stress, sin tener control de absolutamente todo y aprendí a escuchar mi cuerpo y mi mente y sobretodo, a hacerles caso y satisfacerlos.
Si un día no me quería levantar, me quedaba en la cama durmiendo. Sí quería comerme dos gelatos, me los comía. Dejé de juzgarme, me di cariñitos y aprendí que se podía ser feliz con cosas tan simples como un plato de spaghetti, aglio, olio e peperoncino.
El terremoto & el huracán María
Después de Italia viajé a mi isla hermosa del Caribe, Puerto Rico. En mi viaje de visita a mi familia, me tocó el huracán Irma y decidí quedarme unos días adicionales en mi país. Hace mucho tiempo que no sentía la angustia de recibir un huracán. De la nube de pasta en la que estaba bajé, nuevamente al estrés terrenal. Todo salió bien y regresé a México ya con el plan de centrar cabeza, dejar las vacaciones y comenzar mi nuevo proyecto profesional.
Tres días después de regresar viví la experiencia que me cambió la vida. El terremoto de la Ciudad de México el 19 de septiembre. La ansiedad que viví, el miedo, la frustración y la agonía me hicieron, por primera vez en mucho tiempo, buscar ayuda en algo superior. Fue en ese momento que comenzó mi segundo capítulo en el libro de Gilbert, mi capítulo de ‘Pray’.
El 20 de septiembre llegó el huracán María en Puerto Rico. Estuve semanas viendo como mis dos hogares quedaban destruidos por catástrofes naturales. La motivación que tenía para comenzar mis nuevos proyectos y trabajar en mi salud mental y emocional desaparecieron. Sufrí de estrés post-traumático horrible, dormí con tenis puestos y no podía bañarme por miedo a que volviera a temblar. Vi como mi estabilidad psicológica se alteraba y se hacía pedazos.
Tocando Fondo
Fui a un psiquiatra buscando ayuda, (lo peor que pude haber hecho) y me recetó la poción mágica de todo doctor, Clonazepam. Una de las drogas más mortales y de mayor consumo en nuestra sociedad. Por querer tener control de mis sentimientos en vez de vivirlos, sentirlos y trabajarlos, decidí tomar Klonopin para no sentir y por ende, no enfrentar los conflictos emocionales que estaba viviendo.
Comencé a desahogar mi dolor en el alcohol y curar mis hangovers con el Clonazepam. Se volvió un ciclo de autodestrucción y no encontraba una salida. Dejar de salir y beber no eran una opción por que pensaba que alejarme de mi vida social era caer en depresión y entrar en la soledad. Llegó un momento donde ya no estaba disfrutando nada de la vida y fue en ese instante que decidí buscar ayuda. Decidí poner mi salud y mi vida en manos de otros en vez de querer yo ‘curarme’ de la forma que yo pensaba que estaba bien. Acepté, con gran dolor, que yo no podía sola y que no iba a poder.
Me interné en un centro de rehabilitación. Sí, rehab. Fue muy difícil aceptar que tenía un problema pero luego de varias terapias concluí que era adicta al Clonazepam, al alcohol y a la depresión. ¡Ay papá, una combinación bomba!
Mis compañeros sufrían de diferentes tipos de enfermedades: ludopatía, adicción al sexo, a la heroína, alcoholismo y hasta anorexia, bulimia y vigorexia. También, tuve algunos compañeros que sufrían de depresión. Porque ¿saben qué? La depresión también es una adicción.
Tratamiento, espiritualidad & amor propio
La base de mi tratamiento fue la clave de mi salvación: mi despertar espiritual. Todos los días meditábamos, hacíamos yoga, rezábamos, aprendíamos a conocernos, a soltar, a perdonar y amarnos a nosotros mismos. No hay antidepresivo, ansiolítico, dinero, sexo o consumo que llene el vacío que muchos sufrimos. Lo único que puede llenarnos y curarnos es Dios. Este Dios del que les hablo es el Poder Superior como cada uno de nosotros lo concebimos. Es tener la certeza de que tenemos un propósito y que estamos llenos de amor.
Escribo abiertamente mi experiencia porque conozco a muchos que no reconocen sus problemas y se rehusan a recibir ayuda por orgullo o vergüenza. Escribo esto para romper con la percepción errónea que existe sobre la adicción, las enfermedades mentales y los tratamientos de rehabilitación.
No siento vergüenza por haber tocado fondo y haber decidido tomarme unos días para trabajar en mi y en mi espiritualidad. Jamás esconderé el sacrificio que hice y la fortaleza que tengo para haber sobrepasado todas esas experiencias. El que reconoce y se libera de todo aquello que no le beneficia vive en armonía, en paz, en plenitud y en alegría. ¿Creen que alguien que logre todo esto es una persona débil o perdedora? Es de mayor vergüenza sentirse mal, saber que se está mal y no hacer nada al respecto. Me siento orgullosa de mi esfuerzo y valentía.
Ahora estoy en mi capítulo de ‘Love’. No, no me he topado con Javier Bardem. Mi último capítulo en mi libro será de amor, sí, pero no de amor de un hombre, sino de amor hacia mi misma. Este capítulo será de amarme y prepararme para recibir y dar amor de la forma más exponencial que existe en la experiencia humana.
Escrito: Coco Palgieri
@cocopaglieri