True Life: Tengo un “Resting Bitch Face”
True Life: Tengo un “Resting Bitch Face”
Conocí a una de mis mejores amigas en una de las situaciones más extrañas. Ella se presentó. Yo solo me quedé callada con una cara de pocos amigos. Mejor dicho, una cara de “bicha”.
Cómo terminamos siendo amigas es una larga historia con un final feliz. Pero, aún no hemos olvidado el episodio, lo cual me sirve como recordatorio constante de lo antipática que solía ser.
Pero, recientemente, una extraña reabrió mi conflicto interno con la palabra “bicha”.
Durante un receso en clase, una compañera se acercó y me dijo: “You look annoyed in class. You have a bitch face”.
Soy de la escuela del feminismo que odia pensar que las mujeres se odian entre sí, pero este evento me hizo dudarlo. Nunca había hablado con esta chica antes, pero de alguna forma sintió la confianza y necesidad de decirme “bicha”.
“Yes, I have a resting bitch face”, le dije.
*Momento awkward*
Han pasado años desde la última vez que alguien había utilizado esta palabra para describirme. Confieso que en la escuela superior deliberadamente actuaba como personaje sacado de Mean Girls. Quería ser como Regina George: popular y odiada. Pero, estoy consciente que no era la única.
Años más tarde las cosas han cambiado. Ya no tengo la actitud de chica adolescente con ganas de competir contra mis compañeras. Al contrario, quiero empoderar a otras mujeres a mi alrededor.
Aún así, mi cara de “bicha” queda intacta. Y sé que no es un caso aislado.
El New York Times abundó sobre el tema del “resting bitch face”, o RBF, en el 2015. El diario enfatizó que las mujeres estaban siendo criticadas por su cara al punto de que sonreír se ha convertido en un acto político. Las féminas están sujetas a sonreír a menudo. Yo no soy de este club.
En Puerto Rico, le llamamos “la cara de bicha”. Para muchas mujeres es un término ofensivo. Para mí, ha sido un ícono de empoderamiento e independencia, un consejo que recibí de la publicista Kelly Cutrone a través de su libro If You Have To Cry, Go Outside. Cutrone aconseja que cambiemos la definición peyorativa de “bitch” y ajustemos el acrónimo a “Babe in total control of herself”.
Debo admitir que después del intercambio con mi compañera de clases comencé a cuestionar el impacto que mi “bitch face” podría estar teniendo en mis relaciones personales y profesionales.
¿Estoy soltera por mi RBF?
¿Mis breakups son culpa de mi RBF?
¿Tengo pocos amigos por mi RBF?
Las preguntas se salieron de control. Me puse un alto porque no tenían sentido. No hay uso en tomar las críticas de otros como verdad personal. Al contrario, me di cuenta que mis relaciones habían crecido y mis amigas se habían multiplicado.
Puede que mi compañera se convirtiera en una de ellas. Jamás sabremos.
Por Frances Coral, BadAss Files