Vino boricua desde las montañas de Utuado
Entre las montañas de Utuado se encuentra un espacio único que fácilmente transportaría a cualquiera a otro país, Finca Vista Bella. Un viñedo en el Caribe, en el centro de una isla tropical. Muchos pensarían que es imposible, pero no. Los esposos Emanuel Pérez e Ivette Rivera, ambos ingenieros especializados en distintas áreas, lo hicieron una realidad. Sin embargo, no todo comenzó con este propósito.
“Yo compré la finca en el 2010 y en el 2012 fue que comenzamos a sembrar la uva”, explica Emanuel Pérez añadiendo que el fin de la finca era utilizarla como un escape de sus trabajos en la industria de la ingeniería y sembrar lo que consumían. Al no resultarles este tipo de siembra, en 2012 la pasión y amor por el vino que desde pequeño le fue inculcado a Pérez desembocó en comenzar una pequeña siembra de uvas.
Comenzó con 15 a 20 plantas del fruto en ese año y actualmente cuenta con unas 6 a 7 cuerdas de terreno, provocando que a final de este año sea el viñedo más grande de Puerto Rico. Para que esto fuera posible contó con la ayuda de profesionales que lo dirigieron para conocer a fondo el tipo de terreno, sus condiciones y analizar qué tipo de uva podía darse en esa tierra.
“Comenzamos a experimentar con lo que era la siembra y ahí nos dimos cuenta que esta estaba enfocada en sitios templados y nosotros teníamos que diseñar los viñedos para que funcionara porque no los podía sembrar de forma tradicional”. Cuenta Pérez que este proceso tomó desde el 2012 hasta el 2018 hasta que lograron encontrar esas plantas que sobrepasaban los factores de humedad, plagas y cualquier otro agente limitante.
Las uvas que han utilizado en la finca provienen de Chile, Italia, Francia, Estados Unidos (Florida, California, Texas) y en el futuro esperan explorar la posibilidad de importar otras de España, Australia y Sudáfrica.
Pérez relató cómo comenzó a experimentar con esas primeras cosechas en 2013. “La historia de mi primera fermentación fue que fui a una panadería y compre una paila de manteca, la limpié, conseguí un airlock que es una pieza para que el dióxido de carbono salga, vale 3 pesos. Ahí yo eche jugo de uva, levadura de pan e hice un vino malísimo, pero así comencé”. Actualmente el ingeniero cuenta con todo el equipo necesario para producir su propio vino.
Mientras se concreta la creación de la marca y todo lo relacionado al vino, la familia ofrece otras experiencias en la finca. Las personas tienen la oportunidad de conocer todo el proceso de producción del vino sin degustarlo y para esos que son un poquito más apasionados también está la opción de probar los vinos experimentales. Toda la información y reservaciones se hacen a través de su página de Instagram y Facebook.
Para Emanuel y su esposa Ivette su mayor inspiración y motivación es su pequeña hija quien nació en este ambiente y desde bebé ha estado expuesta a este mundo.
Emanuel Pérez e Ivette Rivera junto a su bebé. (2019)
“Nuestra bebé aplastó con sus piecitos esas primeras uvas de las primeras cosechas y le hicimos una fermentación de lo que ella pisó y esas botellas están en bodegas con su nombre”.
La familia desea que la niña cree un amor por el proyecto y lo continúe hasta convertirse en algo que trascienda generaciones. “Como familia esto nos ha unido mucho”, relató Pérez.
Emanuel espera continuar con su proyecto hasta tener los permisos necesarios para poder vender su vino y que las personas lo disfruten. También desea aportar lo necesario para fomentar más proyectos como este y demostrar que en el Caribe sí se puede producir vino.
Photos: @vinos_de_puerto_rico